Son tantos los tesoros, algunos injustamente desconocidos, que esconden las 16 voivodías polacas que es difícil mencionarlos todos pero muy facil conocerlos.
La capital del país, Varsovia, está en la voivodía de Mazovia. Su casco antiguo, totalmente destruido durante la II Guerra Mundial, tuvo que ser reedificado, pero hoy luce orgulloso preciosos edificios meticulosamente restaurados. Podemos sentir el verdadero latir de la historia de esta ciudad paseando por su Camino Real y admirando alguno de sus cientos de monumentos visitables, como el Castillo Real, el Palacio de la isla del Parque Lazienki, el Palacio de Belvedere o el Palacio de Wilanów, recorriendo sus callejones románticos, disfrutando del bullicio de sus dos plazas históricas (Rynek Stare Miasto y Rinek Nowe Miasto) y alternando en alguno de los numerosos restaurantes y cafeterías de las casas de vecindad burguesas. Para orientarte no pierdas de vista el edificio más alto: el Palacio de la Cultura y la Ciencia. Desde su planta 30 podrás disfrutar de una buena panorámica de la ciudad.
Si comenzamos nuestra visita por el norte, la primera ciudad que merece nuestra atenciónes Gdansk, ciudad que en varias ocasiones tuvo el honor de hospedar a los monarcas polacos. Su representativa calle Dluga, exponente de antiguas casas nobles de impresionantes fachadas, está flanqueada por dos de los edificios más representativos de la ciudad: la Puerta Dorada y la Puerta Verde. En el centro, otro de los símbolos, la fuente de Neptuno, y a su espalda la Casa Señoral de Artus, basada en las ideas de la legendaria Mesa Redonda del rey Arturo. Tampoco hay que dejar de visitar la Iglesia de Nuestra Señora, el mayor templo de Europa construido en ladrillo, y desde ahí bajar por el callejón que desemboca en el Embarcadero Largo, repleto de edificios con los característicos “anteumbrales” (terrazas delante de la puerta), hoy ocupados por talleres de joyería y galerías de arte. Si quieres comprar ámbar, este es un buen lugar.
Cerca, pero ya en la región de Warmia y Masuria, está Frombork, lugar donde durante muchos años trabajó (y también murió) Copérnico. Precisamente la construcción más antigua de la ciudad es la archicatedral gótica y su palacio obispal, que actualmente acoge el Museo de Copérnico. Para conocer dónde nació hay que ir a Torun, ciudad asentada sobre las dos orillas del Vístula y que además exhibe la mayor concentración de arquitectura gótica de Polonia. La estructura urbanística medieval de su casco antiguo ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En la Baja Silesia te recomendamos visitar Wroclaw, también conocida como la Venecia polaca o la ciudad de los cien puentes. Los más famosos son el de la Catedral (MostTumski), que comunica la Isla de la Catedral con la Isla de Arena (Wyspa Piaskowa), y el Grunwaldzki, el más antiguo de la ciudad. Para seguir descubriendo monumentos de todas las épocas puedes dirigirte a la Plaza del Mercado o Rynek (la segunda más grande de Polonia después de la de Cracovia), donde te sorprenderá la exposición arquitectónica de las casas que la forman, con estilos que van desde el Renacimiento hasta el siglo XX. La parte más atractivas es la que alberga la Casa del Sol de Oro, un edificio del barroco tardío, y la Casa de los Siete Electores, con pinturas del siglo XVII en la fachada. En las cercanías están las iglesias de Santa Isabel y Santa María Magdalena, así como los monumentos arquitectónicos y artísticos más importantes y la mayor parte de los museos. Y si quieres descubrir más, apúntate a un recorrido por la ciudad en los tranvías Baba Jaga o Jas i Malgosia. Por la noche no te pierdas el paseo por los callejones de Ostrow Tumski, iluminados con farolas de gas.
Y por supuesto, no podemos abandonar el país sin visitar la región de Malopolska o Polonia Menor, al sur. Quizá la más rica en atractivos turísticos. En esta zona se puede disfrutar de la naturaleza en los parques nacionales de Ojcowski y Swietokrzyski, descender en balsa la garganta del Dunajec, en el Parque Nacional de los Pienines, recorrer los laberintos subterráneos y capillas de la mundialmente famosa mina de sal de Wieliczka o maravillarnos ante las sorprendentes edificaciones que componen la Ruta de la Arquitectura de Madera, con ejemplos tan curiosos como los que hay en Debno, Binarowa, Lipnica y Sekowa. Pero, sin duda, entre todos los lugares visitables el número uno es Cracovia, la capital histórica y cultural de Polonia, una ciudad de más de mil años de historia en la que se contraponen el encanto de las antiguas y silenciosas callejuelas adoquinadas y sus incontables monumentos con fantásticos museos y cafeterías. Sus dos mayores atractivos son el castillo real de la colina de Wawel y la Plaza Mayor.
El castillo real y la catedral de Wawel constituyen una mezcla de estilos arquitectónicos. Su capilla Zygmuntowska, obra maestra del arte renacentista, es un punto imprescindible en toda excursión, al igual que subirse a su torre, donde se encuentra la, hasta hace poco, campana más grande de Polonia. En cuanto a Rynek Glowny (la Plaza Mayor), es la plaza medieval más grande de Europa y en ella se centra la vida cultural y social de los cracovianos. Los edificios más famosos son la iglesia Mariacka, cuyo interior esconde el más grande y uno de los más bellos altares medievales de Europa, y los Sukiennice, el símbolo arquitectónico más famoso de Cracovia. Otro lugar fascinante de la ciudad es Kazimierz, barrio judío que Spielberg llevó a la gran pantalla en La lista de Schindler. Aparentemente parece un lugar gris y vacío, pero un paseo entre sus callejuelas descuidadas es una experiencia excepcional; parece que hay lugares que no han cambiado nada desde hace siglos, mientras que en el interior de las casas hay hoteles de lujo y restaurantes de cocina judía. Es un lugar especialmente apreciado por los amantes de las antigüedades y los mercados de pulgas.
